Que canten los niños, que alcen la voz, que hagan al mundo escuchar; que unan sus voces y lleguen al sol; en ellos está la verdad.
Que canten los niños que viven en paz y aquellos que sufren dolor; que canten por esos que no cantarán porque han apagado su voz...
"yo canto para que me dejen vivir" "yo canto para que sonría mamá" "yo canto por que sea el cielo azul" "y yo para que no me ensucien el mar" "yo canto para los que no tienen pan" "yo canto para que respeten la flor" "yo canto por que el mundo sea feliz" "yo canto para no escuchar el cañón" Que canten los niños, que alcen la voz, que hagan al mundo escuchar; que unan sus voces y lleguen al sol; en ellos está la verdad.
Que canten los niños que viven en paz y aquellos que sufren dolor; que canten por esos que no cantarán porque han apagado su voz...
"yo canto por que sea verde el jardín" "y yo para que no me apaguen el sol" "yo canto por el que no sabe escribir" "y yo por el que escribe versos de amor" "yo canto para que se escuche mi voz" "y yo para ver si les hago pensar" "yo canto porque quiero un mundo feliz" "y yo por si alguien me quiere escuchar" Que canten los niños, que alcen la voz, que hagan al mundo escuchar; que unan sus voces y lleguen al sol; en ellos está la verdad.
Que canten los niños que viven en paz y aquellos que sufren dolor; que canten por esos que no cantarán porque han apagado su voz...
Cuando la luna se pone regrandota Como una pelotota y alumbra el callejon Se oye el maullido de un triste gato viudo Y su lomo peludo se eriza con horror Pero no falta quien mande un zapatazo Que salga hecho balazo a quitarle lo chillon En el alero del mistico tejado el gato Se ha quejado cantando esta cancion
GATO: Para curar el mal de amores dijeron los doctores Que no habia salvacion, ahora me dicen gato viudo Porque una gata pudo quitarme lo chiqueon. Antes sacaba del mandado, me daba pa'mi helado, Mi cine y mi futbol, ahora con lo que me a pasado Me tiene mas enfriado que un hielo de jaibol
Con esta triste y maullida serenada la noche Es una lata no duerme el mas gallon. Salio una vieja con cuetes crema y bata Y le pidio a la gata tuviera compasion, Pero la endina se hace la remolona, Pos dice la patrona que ya no de jalon. El pobre gato esta pagando el pato Alla va otro zapato y alla va otra cancion:
GATO: Para curar el mal de amores dueron los doctores Que no habia salvacion. Ahora me dicen gato viudo Porque una gata pudo quitarme lo chiqueon. Antes sacaba del mandado, me daba pa'mi helado, Mi cine y mi futbol. Ahora con lo que me a pasado Me tiene mas enfriado que un hielo de jaibol.
Cuando la luna se pone regrandota Como una pelotota y alumbra el callejon Se oye el maullido de un triste gato viudo Y su lomo peludo se eriza con horror Pero no falta quien mande un zapatazo Que salga hecho balazo a quitarle lo chillon En el alero del mistico tejado el gato Se ha quejado cantando esta cancion
GATO: Para curar el mal de amores dijeron los doctores Que no habia salvacion, ahora me dicen gato viudo Porque una gata pudo quitarme lo chiqueon. Antes sacaba del mandado, me daba pa'mi helado, Mi cine y mi futbol, ahora con lo que me a pasado Me tiene mas enfriado que un hielo de jaibol
Duérmete pronto mi amor que la noche ya llegó. Y cierra tus ojos que yo de tus sueños cuidaré. siempre a tu lado estaré y tu guardián yo seré, toda la vida.
Si un día te sientes mal yo de bien te llenaré. Y aunque muy lejos tú estés, yo a tu sombra cuidaré. Siempre a tu lado estaré y tu guardián yo seré toda la vida.
¡Esta noche te prometo que no vendrán, ni dragones ni fantasmas a molestar, y en la puerta de tus sueños yo voy a estar hasta que tus ojos vuelvan a abrir!
Duérmete mi amor sueña con mi voz, duérmete mi amor hasta que salga el sol, duérmete mi amor sueña con mi voz, duérmete mi amor que aquí estaré yo.
Desde el primer latido de tu corazón, desde tu primer alito de vida, siento que me motiva una nueva ilusión un amor que me inspira cada día
¡Que hermoso es el milagro de verte crecer y disfrutar tus tiernas travesuras! y cuidar con amor de ti defensor ser, pequeño manojito de ternura.
¡Voy a luchar por ti para que seas feliz, chiquita mia!, y yo pondré mi vida para que tu vivas chiquita mia. A donde vayas tu siempre seré tu luz chiquita mia, y lloraré tu llanto porque tu sonrias mi chiquita mia.
No cambiaré este mundo pero intentaré que al menos no te falte amor ni abrigo, y contra todo y todos te defenderé porque eres mi más bello compromiso.
Así es la ley hay un ángel hecho para mí. Te conocí el tiempo se me fue tal como llegó.
Y te fallé te hice daño, tantos años yo pase por todo sin pensar. Te amé sin casi amar y al final quien me salvó el ángel que quiero yo.
De nuevo tú te cuelas en mis huesos dejándome tu beso junto al corazón. Y otra vez tú, abriéndome tus alas me sacas de las malas rachas de dolor porque tú eres el ángel que quiero yo.
Cuando estoy fatal ya no sé qué hacer ni a donde ir, me fijo en ti y te siento cerca pensando en mí. El cuerpo se me va hacia donde tu estás. Mi vida cambió el ángel que quiero yo.
De nuevo tú te cuelas en mis huesos dejándome tu beso junto al corazón. Y otra vez tu abriéndome tus alas me sacas de las malas rachas de dolor porque tú eres el ángel que quiero yo.
Te di la vida, pero no puedo vivirla por ti. Puedo enseñarte muchas cosas, pero no puedo obligarte a aprender. Puedo dirigirte, pero no responsabilizarme por lo que haces. Puedo llevarte a la Iglesia, pero no puedo obligarte a querer. Puedo instruirte en lo malo y lo bueno, pero no puedo decidir por ti. Puedo darte amor, pero no puedo obligarte a aceptarlo. Puedo enseñarte a compartir, pero no puedo forzarte a hacerlo. Puedo hablarte del respeto, pero no te puedo exigir que seas respetuoso. Puedo aconsejarte sobre las buenas amistades, pero no puedo escogértelas. Puedo educarte acerca del sexo, pero no puedo mantenerte puro. Puedo platicarte acerca de la vida, pero no puedo edificarte una reputación. Puedo decirte que el licor es peligroso, pero no puedo decir no por ti. Puedo advertirte acerca de las drogas, pero no puedo evitar que las uses. Puedo exhortarte a la necesidad de tener metas altas, pero no puedo alcanzarlas por ti. Puedo enseñarte acerca de la bondad, pero no puedo obligarte a ser bondadoso. Puedo amarte como niño, pero no puedo colocarte en la familia de Dios. Puedo hablarte de Dios, pero no puedo hacer que Dios sea tu guía. Puedo explicarte como vivir, pero no puedo darte la felicidad eterna.
-Papá, ¿cuanto ganas por hora? - con voz tímida y ojo de admiración, un pequeño recibía así a su padre al termino de su trabajo. El padre dirigió un gesto severo al niño y repuso: - Mira hijo, esos informes ni tu madre los conoce. No me moleste estoy cansado. - Pero papá- insistió - dime por favor, ¿cuánto ganas por hora? - La reacción del padre fue menos severa. Solo contestó: $ 200 pesos la hora. - Papá, ¿me podrías prestar cien pesos? - preguntó el pequeño. El padre, lleno de cólera y tratando con brusquedad al niño, dijo: - Así que esa era la razón de saber lo que gano. Vete a dormir y no me molestes, muchacho aprovechado. Había caído la noche. El padre meditó sobre lo sucedido y se sintió culpable. Tal vez su hijo quería comprar algo. Para descargar su conciencia dolida, se asomó al cuarto de su hijo. Con voz baja preguntó al pequeño: - ¿Duermes, hijo? - Dime papá- respondió entre sueños. - Aquí tienes el dinero que me pediste - respondió el padre. - Gracias, papá- contesto el pequeño. Y metiendo su mano bajo la almohada, sacó unos billetes. - ¡Ahora ya completé, papá! Tengo $200 pesos. ¿Podrías venderme una hora de tu tiempo?
Cuando yo era adolescente, en cierta oportunidad estaba con mi padre haciendo fila para comprar entradas para el circo. Al final, solo quedaba una familia entre la ventanilla y nosotros. Esta familia me impresionó mucho. Eran ocho chicos, todos probablemente menores de doce años. Se veía que no tenían mucho dinero. La ropa que llevaban no era cara, pero estaban limpios. Los chicos eran bien educados, todos hacían bien la fila, de a dos detrás de los padres, tomados de la mano.
Hablaban con excitación de los payasos, los elefantes y otros números que verían esa noche. Se notaba que nunca antes habían ido al circo.
Prometía ser un hecho sobresaliente en su vida. El padre y la madre estaban al frente del grupo, de pie, orgullosos. La madre, de la mano de su marido, lo miraba como diciendo: "Eres mi caballero de brillante armadura". Él sonreía, henchido de orgullo y mirándola como si respondiera: "Tienes razón". La empleada de la ventanilla preguntó al padre cuántas entradas quería. El respondió con orgullo:
"Por favor, deme ocho entradas para menores y dos de adultos".
La empleada le indicó el precio. La mujer soltó la mano de su marido, ladeó su cabeza y el labio del hombre empezó a torcerse. Este se acercó un poco más y le preguntó: ¿Cuánto dijo?". La empelada volvió a repetirle el precio.
¿Cómo iba a darse vuelta y decirles a sus ocho hijos que no tenía suficiente dinero para llevarlos al circo? Viendo lo que pasaba, papá puso la mano en el bolsillo, sacó un billete de veinte dólares y lo tiró al suelo.
Mi padre se agachó, recogió el billete, palmeó al hombre en el hombro y le dijo: "Disculpe, señor, se le cayó esto del bolsillo". El hombre se dio cuenta de lo que pasaba. No había pedido limosna, pero sin duda apreciaba la ayuda en una situación desesperada, angustiosa e incómoda. Miró a mi padre directamente a los ojos, con sus dos manos le tomó la suya, apretó el billete de veinte dólares y con labios trémulos y una lágrima rodándole por la mejilla, replicó:
¡Gracias, gracias señor...!
"Esto significa realmente mucho para mi familia y para mí".
Papá y yo volvimos a nuestro auto y regresamos a casa.
Esa noche no fuimos al circo, pero no nos fuimos sin nada...
Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente; desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación. Después de dos años, la vasija quebrada le habló al aguador así, diciéndole: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir." El aguador, le dijo compasivamente: "Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino." Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sentía apenada porque al final, solo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar. El aguador le dijo entonces: "¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza." Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.
Había una mujer que había sido diagnosticada con una enfermedad incurable y a la que le habían dado sólo tres meses de vida.
Así que empezó a poner sus cosas "en orden".
Contactó a su sacerdote y lo citó en su casa para discutir algunos aspectos de su última voluntad. Le dijo cuáles canciones quería que se cantaran en su misa de cuerpo presente, qué lecturas hacer y con qué traje deseaba ser enterrada.
La mujer también solicitó ser enterrada con su libro favorito.
Todo estaba en orden y el sacerdote se estaba preparando para irse cuando la mujer recordó algo muy importante para ella.
- "Hay algo más", dijo ella exaltada.
- "¿Qué es?" respondió el sacerdote.
- "Esto es muy importante", continuó la mujer. "Quiero ser enterrada con un tenedor en mi mano derecha."
El sacerdote se quedó confundido mirando a la mujer, sin saber exactamente qué decir.
- "Eso lo sorprende, ¿o no?" preguntó la mujer.
- "Bueno, para ser honesto, estoy intrigado con la solicitud", dijo el sacerdote.
La mujer explicó:"En todos los años que he asistido a eventos sociales y cenas de compromiso, siempre recuerdo que cuando se retiraban los platos del platillo principal, alguien inevitablemente se agachaba y decía, 'Quédate con tu tenedor'. Era mi parte favorita porque sabía que algo mejor estaba por venir... como pastel de chocolate o pay de manzana. ¡Algo maravilloso y sustancioso! Así que quiero que la gente me vea dentro de mi ataúd con un tenedor en mi mano y quiero que se pregunten '¿Porque tiene ese tenedor?'. Después quiero que usted les diga: 'Se quedó con su tenedor porque lo mejor está por venir'."
Los ojos del sacerdote se llenaron de lágrimas de alegría mientras abrazaba a la mujer despidiéndose. Él sabía que ésta sería una de las últimas veces que la vería antes de su muerte. Pero también sabía que la mujer tenía un mejor concepto del Cielo que él mismo.
Ella sabía que algo mejor estaba por venir.
En el funeral la gente pasaba por el ataúd de la mujer y veían el precioso vestido que llevaba, su libro favorito y el tenedor puesto en su mano derecha.
Una y otra vez el sacerdote escuchó la pregunta: "¿Qué cosa con el tenedor?" y una y otra vez él sonrió.
Durante su mensaje el sacerdote le platicó a las personas la conversación que había tenido con la mujer poco tiempo antes de que muriera. También les habló acerca del tenedor y qué era lo que simbolizaba para ella. El sacerdote les confesó a las personas cómo él no podía dejar de pensar en el tenedor. También que de seguro ellos tampoco podrían dejar de pensar en el tenedor. El sacerdote estaba en lo correcto. Todos pensaban en el tenedor. Así que la próxima vez que tomes en tus manos un tenedor, déjalo recordarte que lo mejor está aún por venir.