viernes, 31 de octubre de 2008

1

LOS LÍMITES DE SER PADRES

Te di la vida,
pero no puedo vivirla por ti.
Puedo enseñarte muchas cosas,
pero no puedo obligarte a aprender.
Puedo dirigirte,
pero no responsabilizarme por lo que haces.
Puedo llevarte a la Iglesia,
pero no puedo obligarte a querer.
Puedo instruirte en lo malo y lo bueno,
pero no puedo decidir por ti.
Puedo darte amor,
pero no puedo obligarte a aceptarlo.
Puedo enseñarte a compartir,
pero no puedo forzarte a hacerlo.
Puedo hablarte del respeto,
pero no te puedo exigir que seas respetuoso.
Puedo aconsejarte sobre las buenas amistades,
pero no puedo escogértelas.
Puedo educarte acerca del sexo,
pero no puedo mantenerte puro.
Puedo platicarte acerca de la vida,
pero no puedo edificarte una reputación.
Puedo decirte que el licor es peligroso,
pero no puedo decir no por ti.
Puedo advertirte acerca de las drogas,
pero no puedo evitar que las uses.
Puedo exhortarte a la necesidad de tener metas altas,
pero no puedo alcanzarlas por ti.
Puedo enseñarte acerca de la bondad,
pero no puedo obligarte a ser bondadoso.
Puedo amarte como niño,
pero no puedo colocarte en la familia de Dios.
Puedo hablarte de Dios,
pero no puedo hacer que Dios sea tu guía.
Puedo explicarte como vivir,
pero no puedo darte la felicidad eterna.

2

Tu Hijo Quiere un Paquete


-¡Eres un irresponsable! con catorce años encima y eres un niño.

-Se te olvidó papá, enseñarme a llevar paquetes.

-¿Cuándo se contó conmigo en casa para hacer nada?

¿Cuándo tuve que recoger a mis hermanos del colegio?

Ayer mandaste a mi hermana a pagar mis colegiaturas.

Y el mes pasado fuiste tu mismo

-¿Cuándo tuve yo que lavar el coche los domingos?

¿Y arreglar el jardín?

¿Y recoger la mesa y lustrar a diario mis zapatos?

¿Por qué no me mandas a recoger las medicinas a la farmacia o recibir el gas o pagar la luz?

-Quiero ir el sábado a la tienda y despachar mercancía.

-Quiero comprar mis tenis y devolverlos si no le gustan negros a mamá.

Y comprar calcetines rojos con el dinero que haya ganado.

Mamá quiero ir por la leche y el pan todos los días.

Y si no quiero ¿Porqué no me mandas?

Se te olvidó mandarme mamá.

Y eso me convirtió en un inútil.

Es más fácil que los mayores y las sirvientas hagan las cosas.

Quedarán bien hechas y sin riesgos.

-¿Porqué no te arriesgaste a dejarme llevar un paquete?

-Se te olvidó mamá enseñarme a llevar paquetes.

Se te olvidó enseñarme a ser hombre.

Y a los catorce años se me caen las manos, a mi también me da vergüenza.

Fíjate que en el colegio nombraron a Roberto Jefe de Grupo.

Dicen que tiene responsabilidad.

A Roberto lo nombró encargado del paseo el Profesor de Historia y recibe las cuotas y nos da avisos.

Y a Robles lo hicieron Capitán y esta uniformando su equipo; consiguió 25% de descuento en la tienda de Deportes.

Y Robles desde chico lava el coche de su casa y arregla el jardín.

"Lo que tu eres habla tan fuerte que no deja oír lo que tu dices".

Roberto cobra las notas de su tienda desde que esta en sexto.

Y Rogelio recoge a sus hermanas aunque tenga mucha tarea, y mucha flojera; y paga el gas y compra sus tenis. Aunque haga frío y aunque llueva.

También Antonio mi amigo, que tú conoces, lo hicieron jefe de tareas, reporta y escribe los promedios.

Y a mi tu hijo, me dejaron sin paquete, dicen que no tengo responsabilidad.

Se te olvidó papá enseñarme desde chico a cargar paquetes.

Y llevarlos aunque llueva o tenga flojera.

Se te olvidó enseñarme a vivir.

Se te olvidó mandarme a fuerzas si no quiero.

Se te olvidó contar conmigo.

No quisiste arriesgar poco a poco.

No me hiciste confianza gradual, ni fuiste dejando paquetes a la medida de mis manos de nueve, once, doce años.

Y a la fuerza de mis brazos a esa edad.

Y mi voluntad creciente se quedó raquítica.

¡Eres un niño ¡

Por favor papá, enseña a Arturo mi hermano de ocho años a llevar paquetes número ocho.

Y a Adriana de nueve, sus paquetes del nueve.

Y no tendrán que decirles ¡Eres un irresponsable ¡

¡Con catorce años encima y eres un niño ¡

Porque les habrás enseñado a llevar paquetes

y a ser hombres, aunque llueva o tengan flojera.

Y sabrán llevar paquetes del número veinticinco y del cuarenta.

Dicen que son paquetes:

La vida

La familia,

El trabajo y

La profesión.

Y tantos paquetes tirados en la calle.

¿Cuántos se cayeron de las manos con vergüenza?

Además:

“Lo que tu eres habla tan fuerte que no deja oír lo que tu dices ".

Por lo cual enseñar a ser hombres a los hijos y mujeres a las niñas es un paquete que no debemos olvidar.

Te invito a ti papá y/o mamá a entregarle el paquete correspondiente a tu(s) hijos para fomentarles el valor de la "responsabilidad".

3

Papá, ¿Cuánto ganas?

-Papá, ¿cuanto ganas por hora? - con voz tímida y ojo de admiración, un pequeño recibía así a su padre al termino de su trabajo.
El padre dirigió un gesto severo al niño y repuso: - Mira hijo, esos informes ni tu madre los conoce. No me moleste estoy cansado.
- Pero papá- insistió - dime por favor, ¿cuánto ganas por hora? - La reacción del padre fue menos severa. Solo contestó: $ 200 pesos la hora.
- Papá, ¿me podrías prestar cien pesos? - preguntó el pequeño.
El padre, lleno de cólera y tratando con brusquedad al niño, dijo: - Así que esa era la razón de saber lo que gano. Vete a dormir y no me molestes, muchacho aprovechado.
Había caído la noche. El padre meditó sobre lo sucedido y se sintió culpable. Tal vez su hijo quería comprar algo. Para descargar su conciencia dolida, se asomó al cuarto de su hijo. Con voz baja preguntó al pequeño:
- ¿Duermes, hijo?
- Dime papá- respondió entre sueños.
- Aquí tienes el dinero que me pediste - respondió el padre.
- Gracias, papá- contesto el pequeño. Y metiendo su mano bajo la almohada, sacó unos billetes.
- ¡Ahora ya completé, papá! Tengo $200 pesos. ¿Podrías venderme una hora de tu tiempo?

4

NO FUIMOS AL CIRCO

Cuando yo era adolescente, en cierta oportunidad estaba con mi padre haciendo fila para comprar entradas para el circo. Al final, solo quedaba una familia entre la ventanilla y nosotros. Esta familia me impresionó mucho. Eran ocho chicos, todos probablemente menores de doce años. Se veía que no tenían mucho dinero. La ropa que llevaban no era cara, pero estaban limpios. Los chicos eran bien educados, todos hacían bien la fila, de a dos detrás de los padres, tomados de la mano.

Hablaban con excitación de los payasos, los elefantes y otros números que verían esa noche. Se notaba que nunca antes habían ido al circo.

Prometía ser un hecho sobresaliente en su vida. El padre y la madre estaban al frente del grupo, de pie, orgullosos. La madre, de la mano de su marido, lo miraba como diciendo: "Eres mi caballero de brillante armadura". Él sonreía, henchido de orgullo y mirándola como si respondiera: "Tienes razón". La empleada de la ventanilla preguntó al padre cuántas entradas quería. El respondió con orgullo:

"Por favor, deme ocho entradas para menores y dos de adultos".

La empleada le indicó el precio. La mujer soltó la mano de su marido, ladeó su cabeza y el labio del hombre empezó a torcerse. Este se acercó un poco más y le preguntó: ¿Cuánto dijo?". La empelada volvió a repetirle el precio.

¿Cómo iba a darse vuelta y decirles a sus ocho hijos que no tenía suficiente dinero para llevarlos al circo? Viendo lo que pasaba, papá puso la mano en el bolsillo, sacó un billete de veinte dólares y lo tiró al suelo.

Mi padre se agachó, recogió el billete, palmeó al hombre en el hombro y le dijo: "Disculpe, señor, se le cayó esto del bolsillo". El hombre se dio cuenta de lo que pasaba. No había pedido limosna, pero sin duda apreciaba la ayuda en una situación desesperada, angustiosa e incómoda. Miró a mi padre directamente a los ojos, con sus dos manos le tomó la suya, apretó el billete de veinte dólares y con labios trémulos y una lágrima rodándole por la mejilla, replicó:

¡Gracias, gracias señor...!

"Esto significa realmente mucho para mi familia y para mí".

Papá y yo volvimos a nuestro auto y regresamos a casa.

Esa noche no fuimos al circo, pero no nos fuimos sin nada...

5

VASIJAS Y FLORES

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.
Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua.
Durante dos años completos esto fue así diariamente; desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la vasija quebrada le habló al aguador así, diciéndole: "Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir."
El aguador, le dijo compasivamente: "Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino."
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sentía apenada porque al final, solo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces: "¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino?
Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza."
Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener buenos resultados.

6

EL TENEDOR


Había una mujer que había sido diagnosticada con una enfermedad incurable y a la que le habían dado sólo tres meses de vida.

Así que empezó a poner sus cosas "en orden".

Contactó a su sacerdote y lo citó en su casa para discutir algunos aspectos de su última voluntad. Le dijo cuáles canciones quería que se cantaran en su misa de cuerpo presente, qué lecturas hacer y con qué traje deseaba ser enterrada.

La mujer también solicitó ser enterrada con su libro favorito.

Todo estaba en orden y el sacerdote se estaba preparando para irse cuando la mujer recordó algo muy importante para ella.

- "Hay algo más", dijo ella exaltada.

- "¿Qué es?" respondió el sacerdote.

- "Esto es muy importante", continuó la mujer. "Quiero ser enterrada con un tenedor en mi mano derecha."

El sacerdote se quedó confundido mirando a la mujer, sin saber exactamente qué decir.
- "Eso lo sorprende, ¿o no?" preguntó la mujer.

- "Bueno, para ser honesto, estoy intrigado con la solicitud", dijo el sacerdote.

La mujer explicó: "En todos los años que he asistido a eventos sociales y cenas de compromiso, siempre recuerdo que cuando se retiraban los platos del platillo principal, alguien inevitablemente se agachaba y decía, 'Quédate con tu tenedor'. Era mi parte favorita porque sabía que algo mejor estaba por venir... como pastel de chocolate o pay de manzana. ¡Algo maravilloso y sustancioso! Así que quiero que la gente me vea dentro de mi ataúd con un tenedor en mi mano y quiero que se pregunten '¿Porque tiene ese tenedor?'. Después quiero que usted les diga: 'Se quedó con su tenedor porque lo mejor está por venir'."

Los ojos del sacerdote se llenaron de lágrimas de alegría mientras abrazaba a la mujer despidiéndose. Él sabía que ésta sería una de las últimas veces que la vería antes de su muerte. Pero también sabía que la mujer tenía un mejor concepto del Cielo que él mismo.

Ella sabía que algo mejor estaba por venir.


En el funeral la gente pasaba por el ataúd de la mujer y veían el precioso vestido que llevaba, su libro favorito y el tenedor puesto en su mano derecha.


Una y otra vez el sacerdote escuchó la pregunta: "¿Qué cosa con el tenedor?" y una y otra vez él sonrió.


Durante su mensaje el sacerdote le platicó a las personas la conversación que había tenido con la mujer poco tiempo antes de que muriera. También les habló acerca del tenedor y qué era lo que simbolizaba para ella. El sacerdote les confesó a las personas cómo él no podía dejar de pensar en el tenedor. También que de seguro ellos tampoco podrían dejar de pensar en el tenedor. El sacerdote estaba en lo correcto. Todos pensaban en el tenedor. Así que la próxima vez que tomes en tus manos un tenedor, déjalo recordarte que lo mejor está aún por venir.

7

EL ÁGUILA Y LA TORMENTA

¿Sabías que un águila sabe cuando una tormenta se acerca mucho antes de que empiece?
El águila volará a un sitio alto para esperar los vientos que vendrán. Cuando pega la tormenta, coloca sus alas para que el viento las agarre y le lleve por encima de la tormenta. Mientras que la tormenta este destrozando abajo, el águila vuela por encima de ella.
El águila no se escapa de la tormenta. Simplemente usa la tormenta para levantarse más alto. Se levanta por los vientos que trae la tormenta. Cuando las tormentas de vida nos vienen -Y todos nosotros vamos a pasar por ello- Podemos levantarnos por encima poniendo nuestras mentes y nuestra fe hacia Dios.
Las tormentas no tienen que pasar sobre nosotros. Podemos dejar que el poder de Dios nos levante por encima de ellas. Dios nos permite ir con el viento de la tormenta que trae enfermedad, tragedia, y demás cosas en nuestras vidas. Podemos volar sobre la tormenta.
Recuerda, no son los pesos de la vida que nos lleva hacia abajo, sino el cómo los manejamos.

8

QUIERO SER COMO TÚ


Mi hijo nació hace pocos días, llegó a este mundo de una manera normal... ¡Pero yo tenía que viajar, tenía tantos compromisos...!

Mi hijo aprendió a comer cuando menos lo esperaba, comenzó a hablar cuando yo no estaba...

¡¡¡Cómo creció mi hijo de rápido... cómo pasa el tiempo!!!

Mi hijo, a medida que crecía, me decía: -Papi, algún día seré como tú... ¿Cuándo regresas a casa, Papi?...-

- No lo sé hijo, pero cuando regrese jugaremos juntos... ya lo verás...-

Mi hijo cumplió 10 años hace poco días y me dijo... -¡Gracias papi por la pelota! ¿Quieres jugar conmigo?...-

-Hoy no hijito... tengo mucho que hacer...-

-Está bien papi, otro día será... te quiero mucho papi...- Se fue sonriendo, siempre en sus labios tenía la frase "YO QUIERO SER COMO TÚ, PAPI"...

-¿Cuándo regresas a casa Papi?... No lo sé hijo, pero cuando regrese jugaremos juntos... ya lo verás...-

Mi hijo ingresó a la universidad el otro día, todo un hombre....

-¡Hijito estoy orgulloso de ti, siéntate y hablemos un poco de ti...

-Hoy no Papi, tengo compromisos, por favor dame algo de dinero para visitar algunos amigos-

Ya me jubilé y mi hijo vive en otro lugar.. Hoy lo llamé, y... -¡Hola hijo, me gustaría verte!-...

-Me encantaría Padre, pero es que no tengo tiempo... tú sabes, mi trabajo, los niños... Pero gracias por llamarme, fue hermoso oír tu voz"...

Al colgar el teléfono me di cuenta que mi hijo... "ERA COMO YO".