viernes, 31 de octubre de 2008

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EL TORNILLO

Algunas veces es un error juzgar el valor de una actividad simplemente por el tiempo que toma realizarla.

Un buen ejemplo es el caso de un ingeniero que fue llamado a arreglar una computadora muy grande y extremadamente compleja… una computadora que valía doce millones de dólares.

Sentado frente a la pantalla, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuro algo para sí mismo y apagó el aparato.

Procedió a sacra un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo.

Entonces encendió nuevamente la computadora y comprobó que estaba funcionando perfectamente.

El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la cuenta en el acto.

-¿Cuánto le debo? – preguntó.

- Son mil dólares, si me hace el favor.

-¿Mil dólares? ¿Mil dólares por un momento de trabajo? ¿Mil dólares por apretar un simple tornillito? ¡Ya sé que mi computadora cuesta millones de dólares, pero mil dólares es una cantidad disparatada! Le pagare sólo si me manda una factura perfectamente detallada que la justifique.

El ingeniero asintió con la cabeza y se fue.

A la mañana siguiente, el presidente recibió la factura, la leyó con cuidado, sacudió la cabeza, procedió a pagarla en el acto sin chistar. La factura decía:

Detalle de servicios prestados:

1. Apretar un tornillo 1 dólar

2. Saber qué tornillo apretar 999 dólares

Total 1000 dólares

“SE GANA POR LO QUE SE SABE, NO POR LO QUE SE HACE”

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